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Las 4 Escalas de la Eficiencia Energética Edificatoria

A la hora de pensar en Eficiencia Energética, se viene a la cabeza ahorro de energía, sostenibilidad, mitigación de cambio climático… pero, ¿cómo afecta en realidad la Eficiencia Energética Edificatoria?, ¿qué podemos hacer para fomentarla?, ¿cuál es mi ámbito de actuación como usuario?... Surgen preguntas y preguntas que no siempre tienen una respuesta fácil y sencilla, haciendo que a la ciudadanía le cueste asimilar qué, cómo y porqué la eficiencia energética.

Con objeto de ayudar a entender en qué consiste esto de la Eficiencia Energética Edificatoria, se desarrolla el siguiente esquema, en el que se relacionan íntimamente las 4 escalas en las que ésta tiene incidencia, así como los “diferentes tipos” de energía y procesos a los que está asociada cada escala:

Para explicar esta cuestión de forma clara, se comienza desde el origen:

Escala región / país (energía primaria): en una determinada región o país, el proceso de transformación energética comienza con la energía primaria, esto es, la originaria, aquella que está disponible en la naturaleza, previa transformación. Ejemplos de energía primaria son el carbón, el gas, el petróleo, el uranio, el plutonio, la energía solar y la energía geotérmica. En puridad, la energía eólica (movimiento de masas de aire a diferente temperatura), la energía hidráulica (ciclo del agua) y la energía de la biomasa (fotosíntesis) tienen su origen en la energía solar; asimismo, la energía mareomotriz tiene su origen en la atracción gravitatoria de la luna y del sol. Es por ello que a estos tipos de energía se le puede denominar vectores energéticos, los cuales son igualmente de gran importancia.

A esta escala, es el Gobierno / Administración de una región o país el que actúa; la mayor o menor eficacia de esta primera fase depende, en primer lugar, de la mayor o menor disponibilidad y acceso a la cantidad y tipo energía primaria en el territorio, así como de cuestiones políticas / geopolíticas. Esta energía primaria ha de ser extraída (si procede), transformada, transportada y distribuida a núcleos urbanos, industriales, infraestructuras… Si en este punto no se es eficiente, se condena sobremanera al resto.

Escala edificio (energía final): la energía final es aquella que está disponible para ser usada. Ejemplos de energía final son la electricidad, el calor utilizable (gas natural, GLP, gasóleo-C, biomasa, solar…), los combustibles líquidos (gasolina, gasóleo, biocombustible…) o los combustibles sólidos (carbón, madera).

Esta es la energía por la que paga el usuario (también paga la energía primaria, vía recargos, tasas, impuestos…); los agentes que actúan en esta fase son el Gobierno / Administración del país o región, mediante regulaciones normativas, así como el promotor del edificio y el proyectista, los cuales deciden (en función del margen de actuación que les permita las regulaciones normativas) qué tipo de energía va a disponerse en el edificio que va a construir.

Escala usuario (energía útil): la energía útil es aquella que disfruta el usuario, una vez transformada la energía final. Ejemplos de energía útil son la iluminación o alimentación eléctrica a dispositivos y maquinaria (su mayor o menor aprovechamiento dependerá de los sistemas y equipos dispuestos en el propio edificio), el calor (procedente de gas natural, GLP, biomasa…) y el frío (procedente de ciclos de compresión, ciclos de absorción…).

Los agentes que actúan en esta fase son los mismos que en la anterior, pero aquí el usuario (empresa, comunidad de propietarios, particular…) sí tiene un cierto margen de actuación, en función de los equipos y sistemas que desee instalar, modificar o sustituir en el edificio.

Escala medio ambiente (emisiones CO2): dependiendo del tipo de energía primaria utilizada para producir energía final, será mayor o menor la emisión de dióxido de carbono (gas de efecto invernadero) a la atmósfera, afectando directamente al medio ambiente. Es aquí donde entran en juego los factores de conversión o coeficientes de paso, que reflejan la masa de CO2 asociada a la generación energética de cada kWh mediante uno u otro tipo de energía primaria. Así, si la producción eléctrica, por ejemplo, se realiza con carbón en vez de con energía solar, se emite mucho más CO2 (más contaminante), provocando un mayor efecto invernadero, lo que fomenta el Cambio Climático, alterando por tanto el medio ambiente.

Ni que decir tiene que el proceso de transformación energética de energía primaria a energía primaria a energía final conllevas unas "pérdidas de energía", cuya magnitud dependerá de si la generación energética es centralizada o distribuida. Asimismo, el proceso de transformación de energía final a energía útil dependerá de los equipos y sistemas instalados en el edificio.

De lo expuesto se deduce que, cualquier actuación realizada a escala usuario, edificio o región/país, afecta sí o sí al medio ambiente, de ahí la importancia de crear una auténtica cultura global de eficiencia energética, ya que esto permitirá afectar en menor medida al medio ambiente, y así poder mitigar el Cambio Climático.

© Luis Gala González

Arquitecto y Project Manager (PMP® & ACP®) Especialista en Eficiencia Energética e Instalaciones