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10 Medidas de Ahorro Energético en Instalación Térmica Existente (Biomasa + Solar)

En los últimos tiempos, dada la carestía de la energía, se dan con mayor frecuencia situaciones en las que el se acude a un técnico especializado para reducir el consumo energético de un establecimiento, una comunidad de propietarios, un local, un edificio de oficinas, un centro deportivo... Uno de los aspectos que se pretende resolver o al menos amortiguar es la reducción del alto consumo de energía por parte de las calderas de agua caliente existentes.

Obviamente, cada caso requiere un análisis individual pormenorizado, estudiando consumos energéticos, rendimientos de los equipos, configuración de la instalación, relación coste-beneficio… existiendo diferentes opciones, las cuales también dependerán de las posibilidades de inversión de que disponga el titular de la instalación objeto de estudio.

Caso 1: Complejo deportivo situado en un municipio de Córdoba, el cual contiene una piscina climatizada de dimensiones 25 x 16 m, diferentes salas de uso colectivo (musculación, clases grupales y cardiovascular), así como vestuarios con duchas y aseos.

La instalación existente para la producción de calor era de tipo mixto, es decir, servía para el calentamiento de agua caliente sanitaria, para el calentamiento del agua del vaso de la piscina, y para el calentamiento del agua de la sala que albergaba la piscina. Contaba con 3 calderas de biomasa de 100 kW cada una, 3 depósitos de agua caliente sanitaria de 2.000 l cada uno, así como una instalación solar térmica, que contaba con una superficie de captación de 120 m2.

Se propusieron una serie de medidas para ahorrar energía, entre las que se pueden destacar:

  1. Formación específica en materia de optimización energética para los encargados de operación y mantenimiento de la instalación térmica.
  2. Ajuste de horarios de funcionamiento de la o las calderas.
  3. Optimización de las temperaturas de consigna.
  4. Optimización del aporte energético de la energía solar térmica.
  5. Escalonamiento en el arranque y funcionamiento de las calderas (la segunda caldera entra únicamente en servicio cuando la carga térmica no puede ser soportada por la primera, y análogamente la tercera caldera).
  6. Incorporación de manta térmica de 50 mm de lana de roca, que cubriera las paredes de las 3 calderas, reduciendo así las pérdidas térmicas.
  7. Incorporación de manta térmica de 50 mm de lana de roca, que cubriera por completo los diferentes intercambiadores de calor externos, los cuales carecían completamente de aislamiento térmico.
  8. Sustitución de las 4 bombas de circulación de los circuitos secundarios, de tipo todo-nada, por bombas de circulación de caudal variable.
  9. Sustitución del combustible – pellets - por hueso de aceituna, ya que la disponibilidad y cercanía del suministro de este combustible es mucho mayor en la zona. Esto suponía un inconveniente, ya que el fabricante, dada la mayor capacidad de corrosión del nuevo combustible propuesto, no garantizaba el óptimo funcionamiento y durabilidad de las calderas; eso sí, tras el estudio de suministro y consumo realizado, se comprobó que, en el plazo de 3 años, con el ahorro energético obtenido al cambiar el combustible, se podía sustituir una de las 3 calderas. Esta medida conllevaba un mayor mantenimiento y limpieza de la instalación por parte de los encargados de mantenimiento y operación.
  10. Plan de mantenimiento y gestión energética adaptado a las características de la instalación térmica existente.

Como se puede observar, una instalación térmica existente, puede tener diferentes y dispares opciones de mejora de ahorro energético, algunas de ellas de muy bajo coste, y otras de medio y alto coste, retornable a corto-medio plazo. Incorporar las precisas puede proporcionar ahorros energéticos muy considerables, para beneficio del titular de la instalación, de la comunidad, y del medio ambiente.

© Luis Gala González

Arquitecto y Project Manager (PMP® & ACP®) Especialista en Eficiencia Energética e Instalaciones