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Energías Renovables en Edificios. Pareja 1: Solar Térmica + Biomasa

Los cambios normativos introducidos por el CTE HE 2019, ponen de manifiesto, entre otras cosas, la necesariedad y obligatoriedad de incorporar energías renovables en los edificios (algo que ya se venía exigiendo desde el CTE HE 2006). Dicha incorporación de energías renovables sigue viniendo regulada en las secciones HE4 y HE5, que ahora se denominan, respectivamente, “Contribución mínima de energía renovable para cubrir la demanda de agua caliente sanitaria (ACS)” y “Generación mínima de energía eléctrica”.

En lo que respecta a la sección HE4, ya no hace referencia explícita en su título a “energía solar térmica” (como hacía en las versiones CTE HE 2006 y CTE HE 2013), sino que abre el abanico a otros tipos de energía renovable, hecho que ya se permitía en CTE HE 2013, pero como alternativa a la energía solar térmica. Este hecho propició, por ejemplo, el auge de la aerotermia, si bien se requería una serie de cálculos y justificaciones, para poder ser implantada.

Centrándonos en las posibilidades de energía térmica renovable para la producción de agua caliente sanitaria, los requerimientos de contribución renovable son de 60-70 % (requerimientos similares a los del CTE HE 2006 y CTE HE 2013), en función de la demanda de ACS diaria del edificio. Hasta no hace mucho, la pareja estrella para esta cuestión era solar térmica + gas, las cuales se complementaban bastante bien, especialmente cuando el aporte de gas venía dado por suministros individuales (calderas instantáneas modulantes); como ahora el consumo energético renovable posee un peso importante, se plantea la pareja solar térmica + biomasa, con objeto de que la mayor parte de energía para producir ACS sea de origen renovable (ojo, no pensar que es el 100%, ya que ambas tecnologías poseen consumos energéticos parásitos, y sus factores de conversión no son exactamente igual a 1). También aquí aparece la aerotermia, para la cual el requisito de consideración de energía renovable se simplifica (SCOP > 2,5).

En cuanto a las opciones de producción de energía eléctrica (no exigida para uso residencial privado), se simplifican las exigencias en cuanto a usos y superficies, y se deja la puerta abierta a otras tecnologías diferentes de la solar fotovoltaica.

Una opción que se maneja, por tanto, para producir ACS con energía renovable es:

  • Energía solar térmica + biomasa (o en su defecto, gas).

Las ventajas e inconvenientes de esta pareja son:

  • Tecnologías testadas y chequedas, cuyo margen de mejora tecnológica es estrecho. Se debe estudiar la viabilidad económica, especialmente cuando la incorporación de dicha pareja sea voluntaria. • Se complementan mejor cuando el aporte de biomasa se realiza mediante calderas o calentadores individuales.
  • La energía solar térmica es dependiente de la climatología (radiación solar recibida en el lugar), mientras que la biomasa no lo es (siempre y cuando esté garantizado el suministro).
  • En zonas de alta irradiancia e irradiación solar recibida (sur de España, por ejemplo), se puede llegar a cumplir el aporte de energía renovable que especifica la sección HE4. • No necesitan excesivo espacio (especialmente la solar térmica) para su implantación, en proporción al número de viviendas, oficinas, locales… a los que pueden dar servicio. En este punto la tecnología acompañante biomasa es menos efectiva que el gas (esta tecnología ocupa menos espacio, para una misma potencia térmica).
  • Dados los altos costes de transporte, se recomienda la adquisición de grandes cantidades de biomasa, para reducir su coste unitario, en volumen o masa. Esto supone disponer de un volumen de almacenamiento (tolva, silo…), algo que no ocurre necesariamente con el gas.
  • De cara a reducir los costes de la biomasa, conviene emplear biomasa de la zona (pellets, cáscara de almendra, hueso de aceituna…), lo cual puede provocar que, aunque de menos coste, el combustible biomásico sea de una menor calidad desde un punto de vista energético, así como desde el punto de vista de su contenido en azufre.

Ambas tecnologías son fiables y conocidas, lo cual aporta la tranquilidad al usuario de que, si el técnico y/o instalador que le asesora las conoce, éstas pueden proporcionarle ahorros energéticos considerables en materia de energía convencional (y, por ende, reducción en las emisiones de CO2), permitirle el cumplimiento normativo actual, así como cerciorase de que la inversión realizada va a ser efectiva y retornable.

© Luis Gala González

Arquitecto y Project Manager (PMP® & ACP®) Especialista en Eficiencia Energética e Instalaciones